El marketing digital hace ya más de década y media que eclosionó de forma masiva para quedarse definitivamente y formar parte indisoluble de nuestra vida personal y social.
El mundo digital ya forma parte de nuestra forma de relacionarnos con los demás (un canal de sociabilidad), de divertirnos y entretenernos, de trabajar, comprar, gestionar y emprender; e incluso de entablar relaciones con las instituciones públicas.
La revolución digital ha empequeñecido el mundo y lo ha puesto al alcance de cualquiera de sus nódulos (cualquier individuo con un dispositivo TIC); y es aquí donde el marketing digital ha democratizado la esfera de la promoción haciéndola asequible a las pymes y está permitiendo que millones de Davids puedan lidiar con un puñado de cientos o de miles de Goliats.
No obstante, la continua innovación tecnológica que experimenta el mundo digital complica cada vez más el desarrollo de estrategias de marketing digital y/o de promoción digital a cualquier tipo de negocio o empresa.
Lejos queda ya la filosofía web 1.0 según la cual bastaba con crear una página web estática y esperar a que el usuario te descubriera por un casual.
En la actualidad el mundo virtual almacena cantidades ingentes de información y millones de páginas web cuyo número crece exponencialmente por lo que el reto está en posicionar correctamente para la propia página web (SEO – posicionamiento orgánico en buscadores), ganar visibilidad y, a fin de cuentas, contactar y comunicarte con tus clientes reales y potenciales.
Obviamente, las grandes empresas cuentan con una imagen de marca potente, generada a base de años de existencia y de potentes campañas de promoción en los medios de comunicación de masas offline (prensa, radio y TV) que no están al alcance de cualquier empresa. Tanto más, cuando estas capacidades también benefician sus estrategias de marketing online por su capacidad de atracción de tráfico hacia sus respectivas webs, y el impacto que ello tiene sobre el posicionamiento en el buscador de Google de sus webs corporativas.
Sin embargo, esta realidad no debe convertirse en un freno para las PYMES a la hora de diseñar y ejecutar estrategias de marketing digital que pueden, bien erigirse en un canal de promoción y comercialización muy lucrativo (el canal online), bien reforzar el canal offline, cuando no favorecer a ambos.
Ya han trascendido a la esfera pública un gran número de casos de éxito de pequeños negocios que, gracias al marketing online, no sólo han logrado subsistir a la última crisis, sino que han crecido de forma exponencial.
Una tienda de artículos de deporte en el Pirineo que gracias al canal online evitó el cierre y exporta casi el 100% de sus artículos.
Un restaurante que consigue atraer clientes publicitando sus menús, creando un formulario de reserva…
En consecuencia, existen innumerables sectores de actividad en los que esta potencialidad puede convertirse fácilmente, con sólo un clic, en una realidad: el comercio (creando plataformas de comercio electrónico), restauración (con aplicativos para reservas online), etcétera.
El secreto como siempre está en posicionar bien la web mediante una serie de acciones de SEO on page y SEO off page.
El SEO on page incluye acciones técnicas necesarias como crear urls amigables (texto inteligible), etiquetas y metadescriptores que ayuden a identificar el contenido de la web, palabras clave adecuadas que adjetiven la website, una estructura web horizontal y poco profunda…
El SEO offpage incluye sobre todo el inbound marketing mediante la vinculación de un blog a la website y el marketing de contenidos mediante la difusión de contenidos a través de las principales redes sociales.
Evidentemente, el marketing digital requiere de técnica y tiempo pero, pese a lo que pueda parecer en un primer momento, las herramientas disponibles ponen dichas técnicas al alcance de cualquier pyme, negocio, emprendedor o trabajador autónomo.
Un ejemplo paradigmático lo encarna el diseño de páginas web mediante WordPress a partir de plantillas flexibles y adaptables (customizables).
El aprendizaje de este este gestor de contenidos o CSS suele ser relativamente rápido y sencillo, por bien que un conocimiento más profundo de los intringulis del marketing digital suele requerir un plus de formación técnica especializada, tiempo y dedicación.
Ahora bien, la contratación de personal técnico (normalmente community managers) o empresas externas que ofrezcan los servicios de marketing digital suele tener un coste más que asequible para las pymes, sobre todo si se tiene en cuenta el retorno de la inversión.
Finalmente, cabe decir que el marketing digital abarca mucho más que el posicionamiento web e incluye otras acciones de publicidad directa mediante anuncios online en los buscadores (SEM), redes sociales (por ejemplo Facebook Ads) y/o campañas de email.
El marketing digital permite romper barreas geográficas y temporales y hace que el mercado de cualquier pyme, o incluso el de cualquier autónomo, abarque todo el mundo.
Quizás la mejor estrategia para los profanos en el tema sea acudir a un asesor de marketing digital para que le oriente sobre cuál es la estrategia a medida más adecuada, mientras que, para aquellas empresas que ya están presentes en el mundo digital, pero carecen del tiempo y los recursos suficientes para contar con perfiles expertos en su plantilla, la mejor opción sea externalizar acciones concretas de marketing digital tales como la renovación de contenidos, la ampliación de redes sociales, auditoria SEO, campañas de email para captar clientes entre otras.