Muchos son los factores que pueden conducir a los emprendedores a crear una empresa, un negocio o a ejercer una actividad profesional por cuenta propia.
Tradicionalmente, los estudios económicos han vinculado esas motivaciones a factores éticos (la iniciativa, la creatividad, el esfuerzo, la tolerancia al riesgo…), económicos (la ambición personal, la voluntad de poder…) e institucionales (sistemas públicos asistenciales más débiles como en EE.UU…).
En mi opinión, actualmente, hay que añadir otro factor: la necesidad de hallar una salida viable a una situación personal adversa derivada de la profunda crisis económica que hemos sufrido recientemente y que todavía se ceba en muchas familias y empresas.
Considero que un contexto de elevadas tasas de paro, unido a un sistema público-estatal asistencial en franco retroceso, favorece el emprendimiento como la única salida viable para muchas personas.
Pero el emprendimiento, aunque pueda resultar un proyecto muy gratificante y satisfactorio, tiene su complejidad y hay que tener en cuenta muchos factores:
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Asegurarse de estar legalmente habilitado para crear una empresa
Muchos expertos en la materia coinciden en que el ordenamiento jurídico español no incentiva precisamente la iniciativa empresarial: excesiva burocracia, muchos costes iniciales (tasas…), demasiadas administraciones y organismos intermediarios (administración, local, autonómica, estatal, organismos autónomos…).
A estos frenos, hay que añadir el modo en que se penalizan en España los intentos fallidos de emprendimiento que dificultan o directamente impiden nuevas iniciativas que podrían resultar, esta vez sí, del todo fructíferas.
¿Alguien se imagina qué le hubiera ocurrido al fundador de HEINZ si hubiera emprendido en España? ¿Cómo hubiera transformado su proyecto en el emporio que es actualmente a nivel mundial habiendo fracasado de forma previa dos veces?
En España, no existen medidas de segunda oportunidad y por eso un emprendedor, en primer lugar, debe asegurarse de no estar inscrito en la listas ASNEF-RAI o de que no existan otros impedimentos legales similares.
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Diseñar la jefatura de la empresa
El segundo interrogante crítico que debe responderse de forma rápida e inmediata es si se emprende en solitario o de forma colegiada con otros emprendedores y, de ser así, con cuántos más y qué roles adoptará cada uno.
Este elemento es de los más relevantes por el impacto legal que ello puede tener sobre:
- La financiación.
- La fórmula societaria o unipersonal bajo la que operar.
- Los costes laborales.
- La fiscalidad.
En efecto, dependiendo del número de socios se podrá emprender como persona física o jurídica; y en función de los respectivos roles (capitalistas, trabajadores…) se podrán constituir en un tipo de sociedad u otro (sociedad civil particular, sociedad limitada, sociedad limitada laboral, cooperativa…).
Asimismo, la fórmula jurídica de la empresa tiene un impacto sobre la financiación al condicionar la capacidad del emprendedor/es de capitalizar parcialmente o totalmente la prestación por desempleo para financiar el proyecto (con recursos propios).
Finalmente, el tipo de sociedad adoptado también influye en el tipo de bonificaciones a la Seguridad Social a las que puede optarse en caso de contratar trabajadores asalariados.
Por último, no es ningún secreto que la personalidad jurídica y la fórmula societaria adquirida también influirán en la estructura impositiva a la que se verá sometida nuestro negocio; esto es, dictaminarán qué impuestos deberemos afrontar, así como su cuantía .
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Hacer un pequeño plan de marketing
Sea cuál sea el negocio o actividad a impulsar, el emprendedor debe hacer un esfuerzo por realizar un pequeño análisis de mercado sobre su empresa, negocio o actividad cuyos puntos calves son:
- Análisis de Fortalezas y Debilidades de la propia empresa, negocio o actividad: RR.HH, capacitación técnica personal, infraestructura… (análisis DAFO).
- Análisis del mercado: perfil de los clientes reales y potenciales, competencia, precios…
- Análisis financiero: recursos propios, vías de financiación externa, costes de financiación, capital circulante…
- Canales de comunicación, comercialización y venta: offline (puntos de venta físicos…) y online (web, plan de social media, ecommerce…)
Si tomamos como ejemplo la creación de un comercio minorista, deberemos tener en cuenta por ejemplo: la zona, cuánta gente circula, cuántas tiendas similares hay en la zona, precios de mis productos respecto a mis competidores, posibilidad de vender online, evolución del volumen de negocio…
Téngase en cuenta que, en caso de necesitar financiación externa tanto pública (subvenciones y ayudas locales, autonómicas y/o estatales) como privad (bancos). Le van a exigir realizar un plan de empresa.
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Buscar financiación
La financiación externa siempre tiene costes, por eso siempre hay que procurar maximizar los recursos propios:
- La capitalización de la prestación por desempleo (siempre que se disponga de este recurso y dependiendo de los condicionantes legales y organizativos).
- Un recurso muy habitual en los emprendedores es la financiación a través de familiares y amigos.
Existen también vías de financiación externas interesantes porque están libres de costes financieros, aunque requieren la elaboración de planes de empresa rigurosos:
- Subvenciones públicas de distintas administraciones a 0% de interés.
- Créditos ICO o similares que suelen estar exentos de interés o éste es muy bajo.
- El crowdfunding.
Otras vías de financiación externa que pueden conllevar mayor o menor coste son:
- El tradicional crédito bancario.
- Buscar un business angel.
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Evaluar los costes operativos de la empresa, negocio o actividad
En este apartado deben incluirse todos los costes operativos asociados a la cadena de valor para tratar de minimizarlos y ampliar así el margen de beneficio:
- Bienes inmuebles (infraestructura), maquinaria, materias primas, logística y transporte, servicios externos (despachos profesionales, limpieza, mantenimiento…).
- Costes laborales: salarios y cotizaciones a la seguridad social.
- Costes financieros y de tesorería: créditos, pólizas, seguros, capital circulante…
- Costes de comunicación y promoción offline y online (serigrafía corporativa, asistencia a ferias, hosting y dominio de la web, campañas publicitarias online y offline…).
- Costes de proveedores.
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Evaluar los costes tributarios
Finalmente hay que buscar el modo legal de minimizar el pago de impuestos para favorecer los márgenes de la actividad e intentar consolidar e incrementar su viabilidad.
Esta secuencia nos devuelve a la reflexión inicial: crear una empresa, negocio o actividad es gratificante pero requiere esfuerzo y expertise; y, dado que nadie puede saber de todo, y dado que la fundación de una empresa o negocio es uno de los momentos más delicados de su vida, vale la pena buscar el consejo de asesores expertos que ayuden, no sólo al alumbramiento de la misma, sino a buscar siempre la mejor senda para su crecimiento y consolidación. ¡ES MUCHO LO QUE ESTA EN JUEGO!, no sólo el sustento del emprendedor, sino, muchas veces, sus sueños e ilusiones.